"Este es un nuevo día para empezar de nuevo, para buscar al ángel que me crece los sueños, para cantar, para reír, para volver a ser feliz", cantó Facundo Cabral. Cantó el cantor, canto a la vida que le fue arrebatada este día, este sábado, en este continente.
Murió a manos de sicarios en la pobre Guatemala, en la tierra de la Rigoberta, en la Centroamérica luchadora. Murió en el viaje constante por el continente, cuando se encontraba en el asiento del copiloto cuando fue interceptado por unos desconocidos para asaltar el auto. Murió a tiros. Murió en el horror de quienes lo admiramos, de no entender por qué la mano asesina cayó en su camino.
Facundo Cabral, premio Mensajero Mundial de la Paz por la Unesco, juglar de nuestra historia, se fue entre “las Cortesías y Cabralidades” que cantaba con su amigo Alberto Cortez. Facundo el que “nada tengo que cuidar”, el que dice “levántate y anda y al que sus amigos les adeudan”. Facundo guitarrero, nos mancharon el pentagrama de la melodía y la música, como lo hicieron con Víctor, como lo han hecho con muchos.
A tus 74 años, cuando aún quedaba camino, cuando tu siguiente destino sería Nicaragua y así los siguientes países de esta tierra, te truncaron la ruta. Aun quedaba camino, letras, canciones y guitarra. Aun quedaba vida aunque la vista se te nublara en tu vejez y en tu infancia aprendieras a leer en la cárcel. La vida aun te quedaba.
Facundo compañero, se acalló al cantor, se acalló la vida, pero no la obra, que se mantiene, que trasciende y continúa.-
Texto: Gerardo Espíndola Rojas.
